Querida
Yo, encajonado en cuatro frías paredes. Todo tan oscuro, a excepción del pequeño rayo de luz que entra por mi diminuta ventana. El sonido de mi respiración y el de la sangre recorriendo mis venas hacen competencia para ver quien se lleva el trofeo de mis oídos. No recuerdo la última vez que hable con alguien que no fuera mi amigo “Roger”, aquel diminuto ratón. Hay días que lo único que hago es contar, contar pelos, contar mis pecas, contar las rayas de mi querida y compañera pared. Lo que me lleva a soledad, creo que además de “Roger”, es mi único amigo. Esas 7 letras, y 3 silabas de sufrimiento innato que me han acompañado los últimos 10 años de mi vida.
Muchos se preguntaran: ¿Cómo llegue a este estado de aislamiento?, alejado de todo lo que más quiero. Lejos de mis libros, lejos de ti, lejos de mi querido barco que tiene años esperando a que lo lleve de paseo. La verdad es que no se, lo último que recuerdo eres tú, tu mi adorada princesa. Con aquellos labios rojos como la sangre, y con tu perfume de rosa y lavanda que me llevan a las estrellas junto con tu gran belleza. Tu recuerdo, es lo único que me mantiene a flote en esta eterna tormenta. Con solo pensar en tus ojos, siento que me das energías para seguir viviendo. Tú, simplemente me das esperanza, esperanza para salir de este calabozo que te mantiene tan distante.
Como muchas veces te he dicho cariño, eres el amor de mi vida, la única persona que he amado. Pero no escribo esta carta para decirte lo mucho que te quiero, o le bella que eres, si no para decirte que algún día, aquel día muy lejano, cuando dejes este mundo, quiero que sepas que te estaré esperando. Finalmente estaremos juntos en ese mundo lleno de magia y pasión, pero lamentablemente he decidido que mi tiempo en esta tierra tan imperfecta ha llegado a su fin.
Te amo con locura. Atentamente
A-
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